Aquella mañana desperte encañado, un sabor amargo en mi boca, el olor del hastio recubria mi cuarto, las sabanas en el piso y las cortinas semiabiertas; el sol agobiaba mi rostro con su calor, el tapis enmohecido y la humedad de la cama inundaban mis narices, el olor de tu sudor amargaba mi mirada. estire mi mano buscando la tuya... Extendi mi cuerpo hacia tu ausencia... Espabilo, miro mi velador, el reloj marcaba las once y siete, bebo un resto de cerveza mientras oigo una triste cancion proveniente de la cocina, me levanto, camino un poco hacia la extraña tonada. Al pasar veo mi reflejo en el espejo, mi rostro desfigurado quizas por el goze de anoche, no lo se, pues no logro recordar lo sucedido, ambiguas imagenes circulan por mi mente. Sigo caminando mientras un escalofrio recorre mi cuerpo, me sentia desnudo; siempre lo estaba pero hoy algo distinto ocurria, fue una señal... Continuo por el pasillo hacia la cocina, mientras te escucho tararear aquella oscura cancion. En el living, el televisor muestra una extraña imagen... Sangre, alcohol, gritos revuelven mi cabeza; los recuerdos vuelven poco a poco a mi memoria, la que empieza a tararear aquella amarga melodia, vuelvo a tomar el control de mis lerdos movimientos, entro a la cocina y te observo... Parada sobre un charco de sangre, con tu cuerpo languido y un cara aturdida, tus manos y tu ropa machadas con un intenso color rojo, mientras el a tu costado con una mano en la tasa y la otra con un pan recien tostado. Cierro por un segundo mis ojos, siento como te acercas a mi, me acaricias y te acercas a mi tarareando un extraño sonido, te acercas a mi oido y un ruido extraño retumba de tus labios... Vuelvo a abrir los ojos, estoy otra vez en mi cama; desde la radio logro oir tu nombre en las noticias... haz vuelto a la vidam a ese extraño estilo de vida tuyo... miro nuevamente el reloj que marca las once y siete... todo es normal otra vez... Mi cara... Mi cuerpo... Tu ausencia.
